Y llegó el retiro… el tiempo de parar, de conectar, de reconocernos ante el Señor en nuestra verdad, de tomarle el pulso a los fundamentos de nuestra vida.
Y llegó la lluvia… muy suavemente, como si supiera que nuestra tierra la necesitaba y que cuando llega a borbotones nos hacemos con facilidad impermeables a ella.
Y llegó el encuentro… con la naturaleza que nos acogía, con el Señor que nos esperaba, con otras personas con quienes, sin apenas conocernos, de repente, nos sentimos vinculadas.
Y llegó el envío… como criaturas agraciadas, más conscientes de la vida que nos habita, con el deseo de que nuestra vida sirva a otros, con la luz necesaria para seguir dando pasos en lo concreto de nuestra vida.
¡¡GRACIAS!! 4-5 Noviembre, los Molinos (Madrid)